jueves, 10 de marzo de 2016

La fría verdad de invierno

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Al fin descubrí que la verdad era cierta
Y deje de soñar con ese beso incomprendido,
Ese beso que se fue,
Que se fue en el olvido.
Pues la luna sigue ahí y tus ojos desaparecieron,
El trigo en el campo sigue frio y corpulento,
Pues me mentiste que no había razón por tu pérdida,
¡Ahora lo comprendo!
Te he perdido hace mucho, ya pasado, pero por fin lo comprendo,
Te fuiste con un nombre que nunca dijiste y con cuatro criaturas que tenía impuestas,
Sollozo al pensar que tu vida se mengua a cada instante lejano al pensamiento natural de tu existencia,
Y tras tus ojos marrones como el café que encendían mi alma,
Tras tus ojos felices lloraban en calma,
Descubrí que la vida te azotó sin pensar y que de algún pecado a de cobrar,
Sollozo también por los cincuenta poemas escritos, 
Aunque no me arrepiento…
Lo repito,
Cada uno era una lágrima que soltaba en el llanto,
Aunque siento que he perdido el sol ante mis ojos, aún no he perdido la esperanza,
Como aquel viajero que observa la luna mezclada entre nubes negras como mi alma,
No solo negra por tu pérdida, sino por cada tribulación que he vivido y por cada vacío que he sentido,
Al mirar el profundo firmamento no dejo de pensar que te deseo.
Al ver este campo tan grande, me imagino muchas veces,
Que aún tengo tu perdón,
Pues bajando hasta lo más imposible de mis sueños y al tocar el fondo de mi alma,
Aún recuerdo esos bellos labios que bese cada mañana,
En esta noche de otoño aunque es febrero y verano, la siento fría como invierno,
Pues la primavera en mis manos se fue contigo y mi lamento.