La
soledad es amarga y de ingenuos,
Como el café a
media noche,
En el que veo mi
reflejo instantáneo y una muerte acelerada.
Aquel café es el
de tus ojos,
Al despertar.
¡te tengo!… y no.
Pues ya no tengo
el marrón granulado
Brillante sin luz
y silvestre a tu lado,
Un vuelo sarcástico
De bienes y
espectros,
De luces y llanto.
Son las memorias: De
un poeta agresivo,
De un loco pasivo.
Perdono una cresta mal hecha,
Pero disculpo la certeza de lo
equívoco.
Más la lejanía de
tus ojos...
Ni a mi enemigo
mas osado
Se lo deseo, ni
provoco.